¿Qué es la comida rápida? ¿Qué desventajas presenta? ¿Debería eliminarla de mi dieta? ¿Cómo puedo consumirla de una manera más saludable? Desde hace varias décadas, la comida rápida se encuentra cada vez más presente en nuestra alimentación y es frecuente que surjan dudas sobre su consumo. En este artículo vamos a intentar dar respuesta a estas preguntas y conocer un poco más acerca de este tipo de comida.

¿Qué es la comida rápida?

Comida rápida, comida basura o “fast food” son algunos de los términos asignados a un tipo de comidas preparadas que suelen tener bajo aporte nutricional y que se ofrecen como una alternativa económica y rápida, tanto en su elaboración como en su consumo. Su fácil acceso encaja perfectamente en nuestro actual estilo de vida, pudiéndose consumir en los diferentes restaurantes de servicio rápido, en cualquier ubicación al solicitar su entrega a domicilio o, incluso, de pie camino a nuestro siguiente quehacer.

Tradicionalmente se han incluido los perritos calientes, las hamburguesas, las pizzas y las patatas fritas dentro de este concepto de comida rápida. Sin embargo, a pesar de la primera descripción realizada, no es fácil concretar qué se considera comida rápida, ya que actualmente existe una gran variedad de comidas preparadas que podrían incluirse en el concepto de “fast food” como bocadillos, sándwiches o, incluso, nuestras populares tapas. 

¿Qué desventajas presenta?

Frecuentemente se han cuestionado las condiciones higiénico-sanitarias en la elaboración de comida rápida. Sin embargo, estos establecimientos, al igual que el resto del sector de comidas preparadas, están sometido a una estricta normativa de seguridad alimentaria y numerosos controles oficiales para su verificación. Entonces, ¿cuál es el origen de su mala fama?

Para responder a esta pregunta, debemos tener en cuenta, principalmente, el bajo aporte nutricional que ya hemos comentado anteriormente, ya que la comida basura se caracteriza por tener un alto contenido en grasas, particularmente de tipo saturada, azúcares y sal. Mientras su aporte calórico es elevado, nos encontramos con productos que contienen un bajo aporte de nutrientes esenciales, como podrían ser vitaminas, minerales o fibra. Por esta razón, la ingesta repetida y en exceso de comida rápida puede conllevar consecuencias negativas para la salud tanto a corto como a largo plazo.

En este punto, conviene mencionar que, al ser productos alimenticios ricos en grasa, azúcares y sal, son más palatables. Es decir, nos gustan más y nos producen una mayor sensación de placer. Esto conlleva que nuestro umbral de dulzor se vaya incrementando a medida que consumimos este tipo de alimentos y surge la necesidad por consumir cada vez más alimentos con mayores concentraciones de azúcares. De esta forma, la comida tradicional nos deja de resultar atractiva al paladar.

Por otro lado, una característica fundamental de este tipo de comida es su bajo precio. Por este motivo, en ocasiones, es necesario seleccionar materias primas de baja calidad para poder, de este modo, abaratar costes. Pongamos el ejemplo de la fritura de alimentos, donde los establecimientos de servicio rápido van a tener que decantarse por un aceite económico, ya que un aceite de oliva tendría un gran impacto en el precio del producto final, que el consumidor rechazaría pagar.

Asimismo, hay que tener en cuenta que para la elaboración de algunos productos típicos de la comida rápida se requieren aditivos, que no resultan necesarios en productos frescos.

¿Debería eliminarla de mi dieta?

Ningún alimento es bueno o malo per se, lo importante es valorarlo desde el contexto global de una dieta.

No se recomienda consumir ningún alimento de un modo excesivo y, obviamente, menos aún en el caso de la comida rápida. Sin embargo, es posible incluirla de forma ocasional, mientras, de forma general, mantengamos una dieta equilibrada y variada y un estilo de vida saludable, realizando ejercicio de forma regular. 

¿Cómo puedo consumirla de una manera más saludable?

Habitualmente la comida rápida se consume junto con complementos hipercalóricos, como pueden ser unas patatas fritas o unos aros de cebolla fritos, además de acompañarse de refrescos azucarados y postres con alto contenido en calorías.

Partiendo de la base de que es posible consumir de forma ocasional este tipo de comida, es posible realizar algunas modificaciones para que se considere una comida más saludable.

Una opción puede ser introducir un caldo de verduras de primer plato, reduciendo la cantidad de “fast food” que ingerimos después. Este punto es importante, ya que el marketing de comida rápida suele dirigirse a incrementar la cantidad de ración que consideramos como normal, publicitando packs de varios complementos o alimentos en ración extra grande.

Para terminar la comida, podemos sustituir el postre azucarado y calórico que suele pedirse junto con el plato principal de comida rápida, por una fruta o un yogur.

Además, esta comida suele consumirse de forma rápida, por lo que se recomienda comer siempre de forma tranquila, masticando bien cada bocado en lugar de comerla rápidamente. De hecho, como contraposición a esta tendencia actual, existe el concepto denominado “slow food” (comida lenta) que llama la atención sobre comer prestando atención a lo que estamos comiendo y cómo lo estamos haciendo, valorando, particularmente, la calidad de los productos consumidos.

Por último, se recomienda una buena planificación de los menús semanales para evitar recurrir frecuentemente a este tipo de comidas, así como leer regularmente los etiquetados nutricionales. También puedes utilizar una calculadora de calorías para cuadrar el número de calorías que debes consumir diariamente si lo que quieres es no subir de peso.

Así que recuerda, la próxima vez que pidas una pizza o pases por la hamburguesería, no te sientas mal mientras el resto de la semana sigas una dieta equilibrada y variada y practiques ejercicio de forma regular. También es importante mantener un buen descanso y una correcta hidratación.

Además, antes de realizar una comida copiosa, puedes consumir dos cápsulas de Resalim™ Plus, complemento alimenticio a base de extractos de alcachofa, piña, grosella negra y arándano para ayudar a metabolizar comida y bebida. Contiene, asimismo, vitaminas B1 y vitamina B6 que contribuye a un buen metabolismo energético, de las proteínas y del glucógeno.

Formación Dietista Nutricionista diplomada por la Universidad del País Vasco y licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos por la Universidad Complutense de Madrid, con estudios de postgrado en alimentación hospitalaria (Universidad de Navarra), obesidad y factores de riesgo cardiovascular (Universidad Nacional de Educación a Distancia) y legislación alimentaria (Ainia Centro Tecnológico).